Los buenos datos macroeconómicos han salvado del cese a su protagonista, el ministro de Finanzas Mário Centeno, pillado en prometer cosas que no podía prometer, y negando haberlo hecho. El culebrón comenzó en abril pasado cuando eligió a António Domingues,director del banco BPI, para dirigir Caixa General de Depósitos. Domingues exigió las mismas reglas que en el ámbito privado en sueldos y secretos, entre ellos la no presentación de la declaración del Patrimonio al Tribunal Constitucional. El ministro aceptó, aunque lo negó en el Parlamento, y ahora han salido publicados los correos intercambiados entre ellos, que le dejan en evidencia.
ADRIAN ROMERO MEGIAS IES RENO AFTASI 4 ESO
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