El temor de muchas personas a tocar cualquier cosa (incluido el dinero) y contagiarse ha acelerado la carrera por el dinero digital y el BCE debate ahora qué hacer para no quedarse atrás. Cada vez que un cliente paga en la multitienda de Juan, al norte de Madrid, él señala con el dedo un recipiente de plástico lleno de agua con un montón de monedas en el fondo. "¿Qué es?", le preguntan. "Desinfectante", responde casi sin despegar los ojos del programa chino que emite su ordenador.
Mientras tanto, en Fráncfort, el BCE sigue dilucidando si dar el empujón definitivo o no al euro digital.
Javier Corrales 4ºB
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