El BCE ya adelantó su intención de recalibrar los instrumentos de política monetaria para dar respuesta al impacto económico de la segunda ola de la pandemia y de emplear todas las herramientas a su alcance. Queda clara la preocupación del Consejo de Gobierno de la institución ante un deterioro económico que será mayor del calculado en septiembre y su firme intención de mantener la flexibilidad del programa extraordinario de compras antipandemia, convertido sin duda en el principal instrumento de política monetaria.
El Consejo de Gobierno del BCE coincidió en destacar que la recuperación de la economía de la zona euro está perdiendo tracción tras el fuerte repunte del tercer trimestre y que, ante la segunda ola de la pandemia, “Las medidas de restricción podrían ser más severas y tener más duración en el tiempo de lo que se había anticipado. No podría descartarse que la zona euro, o al menos algunos países, puedan experimentar una doble recesión". Este diagnóstico sobre la economía era previo a los anuncios de la vacuna que se han hecho en el mes de noviembre y sobre los que el BCE ha llamado después a contener la euforia.
“No está claro si los colchones de liquidez que empresas y hogares han construido en los últimos meses puedan ser suficientes para soportar un nuevo deterioro en la economía”, señala el BCE, que apunta al cierre de negocios en numerosos sectores y cita en concreto al comercio minorista. “Las cifras de crecimiento para 2021 podrían verse afectadas negativamente”.
Además el BCE añade que ha aumentado la probabilidad de que la inflación se acerque al escenario adverso apuntado en septiembre. Es más, el BCE prevé que la tasa de inflación se mantenga negativa hasta principios de 2021, durante más tiempo de lo pronosticado en septiembre. En definitiva, un diagnóstico sobre la economía que apunta a la activación de más estímulos monetarios en la reunión de diciembre.
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