De seguir la tendencia, el país solo tendrá 7,5 millones de ciudadanos en 2080.
Ni la mejora económica ni el gol de Éder a Francia en la Eurocopa
han animado a los portugueses a procrear. Después de las italianas, las
portuguesas son las que menos hijos tienen de los 28 países que analiza
Euroestat. En 2017, la población portuguesa menguó y ya son nueve años
consecutivos.
Desde 2009, Portugal ha perdido 150.000 nacionales (más del 10% de
su población actual). El Instituto Nacional de Estadística ya calcula
que en 2030 se bajará de la barrera psicológica de los 10 millones.
Según sus mismas cuentas, allá por el año 2080 apenas existirán en el
mundo 7,5 millones de portugueses, cuando hoy son 10,3 millones. Los
demógrafos alertan año tras año de esta tendencia que, de seguir así,
puede acabar con la inviabilidad de un país, pues habrá más viejos que
jóvenes, más jubilados que trabajadores y, por tanto, el Estado no podrá
garantizar el sistema de pensiones.
La tendencia no solo se mantiene sino que se agrava; si en el
primer año de pérdida de población, en 2009, hubo 9.000 muertos más que
nacimientos, en el pasado la cifra aumentó a 27.000. Los recientes
cambios legales para fomentar la natalidad no han surtido los efectos
esperados, pese a que se han implantado en un ciclo positivo, con menos
paro y aumentos anuales del salario mínimo.
La tasa de natalidad del país es de 4,8 hijos por cada 1.000
habitantes, la más baja después de Italia. El promedio de hijos de la
portuguesa en edad fértil es de 1,3. La solución podría ser la
inmigración. Portugal es uno de los países que más se ha distinguido por
abrir sus puertas a los refugiados provenientes de Siria y otros países
árabes. Sin embargo, apenas ha llegado un millar y el 54% abandonó el
país a pocos meses de llegar.
La tercera posibilidad es que los jóvenes portugueses dejen de
emigrar; pese a la mejora de la situación económica del país, lo siguen
haciendo porque encuentran mejores oportunidades fuera y, con dominio
del inglés los más preparados, casi se mentalizan para escapar desde la
escuela. Los demógrafos no se cansan de advertir que la situación
acabará siendo dramática.
Tania Martín - 4ºESO
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