Durante
los últimos años Portugal se ha beneficiado de un boom turístico que ha
contribuido a la notable recuperación económica de su economía tras
años de
crisis.
A
pie de calle crece el descontento de los portugueses con el impacto
directo del sector sobre el mercado inmobiliario. La demanda de los
extranjeros -y el descontrol gubernamental de los alojamientos
turísticos- ha hecho disparar los precios en las principales ciudades
del país, provocando un éxodo urbano de nativos que muchos califican de
"desplazamiento forzoso".
Según
los últimos datos de Eurostat, en 2017 Portugal registró la tercera
mayor subida de precios de casas de la Eurozona: mientras que en
el resto de la zona euro el aumento fue de entre 4,1 y 4,6%, en tierras
lusas los precios subieron un 10,4%. El incremento se notó en las zonas
costeras donde se concentra el turismo: en Lisboa, Porto, Sintra,
Cascáis y Vila Nova de Gaia los precios de venta
subieron un 12%, mientras que los alquileres aumentaron un 26%.
Mientras
que los precios aumentan, los bajos salarios de la mayoría de los
ciudadanos lusos siguen iguales. Portugal es el país de la Eurozona
con la menor diferencia entre el salario mínimo -recientemente elevado a
los 580 euros- y el salario medio -que ronda los 850 euros después de
impuestos -. En algunos sectores -como, precisamente, el del turismo,
donde la media salarial no supera los 547 euros-
los rendimientos son inferiores al salario mínimo interprofesional.
Este
modelo tiene un preocupante impacto social. Las clases populares que
han dado identidad a Lisboa y Oporto son las que ahora están siendo
expulsadas para que turistas ocupen sus casas tradicionales y vivan sus
fantasías costumbristas durante unos días. ¿Seguirán viniendo los
turistas cuando en esos barrios sólo convivan con otros extranjeros?
Dwayne Arroba - 4ºESO
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