Las turbulencias desatadas en los mercados financieros durante la segunda mitad de 2018 provocó una fuga de los ahorros familiares a los depósitos bancarios en un intento de salvar parte de los ahorros domésticos. Las entidades financieras captaron entre el tercer trimestre de 2017 y el mismo periodo del ejercicio anterior casi 12.000 millones de euros en depósitos y cuentas corrientes a tipos prácticamente ligados a cero, una bombona de oxígeno para el sector a las puertas de que el coste del dinero comience a subir en Europa.
La situación evidencia el pésimo año que fue 2018 para las finanzas familiares. Los hogares prefirieron vender sus acciones y dejar su dinero en una cuenta bancaria sin remunerar a pesar de perder la inflación, que el año pasado cerró con un incremento del 1,2%. La exposición de las familias a la Bolsa se redujo en 24.368 millones de euros, una cifra que incluye los 2.000 millones de euros evaporados por el hundimiento de las cotizaciones. Gran parte de ese dinero fue a la cuenta corriente del banco, mientras que otra parte se destinó a fondos de inversión en los que los hogares tienen una gestión menos activa.
A pesar del tropezón bursátil, los hogares aumentaron su riqueza durante el pasado año impulsados por la mejora económica: el paro se redujo y se produjo una ligera recuperación de los salarios en algunos sectores. Los datos del Banco de España también muestran cómo las familias han comenzado de nuevo a endeudarse tras una década reduciendo de forma continua sus pasivos.
El incremento del endeudamiento familiar responde a la recuperación de parte del consumo embalsado durante los años de crisis, principalmente en vivienda y en bienes de consumo duradero como coches. Precisamente, el Banco de España ha llamado recientemente la atención a las entidades sobre el fuerte aumento de los créditos al consumo y la relajación de los criterios de concesión.
Raúl Expósito 4ºA
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