Diez años después, hemos salido de la crisis económica y España sigue en fase de crecimiento, con menos previsiones de rebaja que otros países de su entorno, según instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Eso son los datos. Pero aquí van otros: tres de cada cuatro familias en España tienen serias dificultades para llegar a fin de mes y el 80% de los hogares no puede ahorrar nada.
Este reflejo del otro lado del espejo ha sido arrojado con la publicación de la primera encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) destinada a elaborar un índice de solvencia familiar. El estudio pondera numéricamente la facilidad o dificultad que tienen los ciudadanos para afrontar sus gastos cotidianos y el coste de la vida, reunidos en 37 aspectos que engloban seis categorías: vivienda, salud, educación, alimentación, movilidad y ocio.
Los resultados del sondeo realizado entre más de 2.000 personas de entre 25 y 70 años no pueden ser más desesperanzadores, ya que revelan la cara que menos se prodiga de la realidad socioeconómica española pero la más familiar para la mayoría de los residentes en el país. En un índice sobre 100, en el que un 32,5 marca el umbral de la pobreza y un 53,5 el del comfort, España se sitúa en el 46,2. Si traducimos estos números a hechos humanos concretos, esto implica que ocho de cada diez hogares no pueden ahorrar nunca, y casi la mitad, un 46%, no puede permitirse o le es muy difícil salir de vacaciones. Solo el 6% admite que ahorra sin esfuerzo, a pesar de que el 25% de los hogares se encuentren dentro de la categoría más acomodada.
La necesidad de suministros como el gas, la electricidad y el agua aparecen como la máxima prioridad de los ciudadanos encuestados. Es el último gasto al que renunciarían y, aún así, al 17% de las familias le resulta muy difícil o imposible afrontarlo. La pobreza energética, según la OCU, podría estar afectando a más hogares de lo que actualmente se cree.
Lucía Sanz 4A
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