La dimisión por sorpresa de la alemana Sabine Lautenschläger como miembro del directorio del Banco Central Europeo (BCE) es la última señal de que la estrategia de la entidad para hacer frente al frenazo económico en la UE no acaba de convencer, ni siquiera a quienes han sido los responsables de trazarla. Desde que el pasado 12 de septiembre su presidente, Mario Draghi, anunciase las nuevas medidas de política monetaria para la zona euro, ni el mercado ni las entidades ni los reguladores nacionales ni los propios gobernadores confían en la efectividad del plan.
La división dentro del BCE es un secreto a voces y la dimisión de Lautenschläger da la razón a los rumores. Antes que ella, el presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, y el del francés, Francois Villeroy de Galhau, ya dejaron clara su oposición a relanzar un programa de corte expansivo. En principio, la directiva alemana dejará sus funciones el próximo 31 de octubre, más de dos años antes del final oficial de su mandato (estipulado para enero de 2022). En su comunicado no ha apuntado a ninguna razón específica, aunque días antes de la presentación del paquete de estímulos expresó su disconformidad: "Me preocupa fijar incentivos equivocados a los gobiernos si reiniciamos el programa de compra de activos y adquirimos más bonos soberanos. Lo que hace falta son reformas estructurales que fomenten el crecimiento sostenible", dijo entonces.
Laura Piçarra Carrillo 4A
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