Leonardo Cardozo y su esposa Judith son propietarios de dos empresas en Madrid: Serviphal, dedicada a la instalación de alarmas y líneas telefónicas, y Pura Vida, una cafetería ubicada frente al centro comercial La Vaguada. Al igual que a miles de pequeños empresarios, el confinamiento ordenado por el Gobierno para contener la pandemia del coronavirus les ha obligado a cerrar parcialmente los dos negocios, despedir temporalmente a sus empleados y recurrir a las líneas de liquidez oficiales.
Pero su experiencia con los bancos al solicitar estas ayudas ha sido diametralmente distinta en cada caso: la firma de electrónica la obtuvo rápidamente, mientras que la cafetería sigue esperando. “La hostelería está muy abandonada”, se lamenta Cardozo.
A los pocos días de anunciarse que el Gobierno pondría en marcha una línea de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para cubrir el pago de salarios, facturas, impuestos y otros gastos de las empresas obligadas a parar durante la cuarentena, el banco con el que trabajaba Serviphal llamó a Cardozo para ofrecerle la financiación.
Gema Pintiado 4ºB
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