El coronavirus lleva una semana poniendo a prueba la resiliencia de la economía catalana. Después de haber logrado superar diferentes crisis gracias a su apertura internacional, basada en la fortaleza de sus sectores turístico e industrial, Cataluña lleva una semana con esos mercados tocados y viendo cómo la liquidez de las empresas empezaba a tambalearse, en parte por la gran presencia de pymes en su ecosistema. Las previsiones de crecer un 1,9%, como anunciaba la Generalitat, son pasado. Según las estimaciones de la Cámara, el resultado final podría ser el de contracción.
“Me pillas un poco cabreado hoy [el contacto telefónico se produjo el viernes]. Esta mañana me han llamado tres clientes pidiéndome atrasar 60 días el pago de recibos. Y esto solo acaba de comenzar”. Lo explicaba Xavier Panés, propietario de la pequeña sociedad industrial Tecmesy Ibérica que provee a las grandes cadenas de ferreterías. El suyo es un ejemplo gráfico de lo que está sucediendo estos días: el dinero empieza a no circular en algunos sectores y, a falta de su combustible básico, el motor económico se cala. “Esto es como una vela que se va apagando. De momento aguanta, pero sabes que se apagará”, dice.
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Y en eso está la economía catalana, viendo cómo se apaga la vela bajo el manto de la Covid-19. La demanda de electricidad caía el miércoles, día de mayor consumo semanal, un 12,6% respecto a la semana anterior, un impacto notable que pone de manifiesto el freno de mano en la actividad. Además de miles de pequeños negocios con la persiana bajada, la mayor fábrica catalana, Seat, no ensambla coches desde el lunes. Por la estación de Sants, la principal arteria del transporte público catalán, solo pasaba un 10% de las más de 100.000 personas que la utilizaban a diario. Lo mismo sirve para el aeropuerto de El Prat, referente turístico, a un 20% de su actividad. O Fira de Barcelona, otra locomotora económica del área metropolitana, que no espera retomar sus salones hasta junio, con la esperanza de que la economía remonte cuanto antes.
Esa es la gran duda. El cuándo se saldrá del agujero. Xavier Pujol, consejero delegado de Ficosa, el mayor fabricante catalán de componentes para la automoción de Cataluña, señala que “en el mejor de los casos” la situación empezará a mejorar a finales de abril o principios de mayo. “Nadie es capaz de hacer previsiones”, dice Joan Ramon Rovira, director del servicio de estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona.
La entidad ha calculado que una paralización como la actual durante 15 días supondría una reducción del 1,7% del PIB. Y que podría ser del 3,3% si el tiempo de detención es de un mes, tal y como parece después de que el Gobierno comunicara ayer su intención de prolongar el estado de alarma dos semanas más.
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