Hanane Karfasse llegó a Cataluña desde una ciudad del centro de Marruecos hace más de 10 años. Como muchas de las personas que llegan tras un periplo migratorio —aunque ella lo tuvo más fácil que otros, porque vino con contrato y papeles—, esta mujer que ahora tiene 27 años se puso a trabajar en lo que pudo. Finalmente, dio con una pastelería en la que llegó a ser oficial de primera. Con la ambición en los ojos y la sonrisa de quien tiene las cosas muy claras, explica cómo decidió dejar el trabajo cuando entendió que en ese puesto no podría avanzar más. “Me puse a estudiar durante dos años en cursos de pastelería, panadería y cocina. Quería dedicarme a hacer dulces árabes y españoles”, relata. Tras constatar las dificultades para encontrar un trabajo acorde con lo que buscaba, y después de descubrirlo
tenía que montar un proyecto Karfasse es una de las asistentes en un encuentro en un patio interior de un edificio del barrio del Eixample de Barcelona. Un grupo de unas 50 personas debate sobre proyectos de emprendeduría, estudios de mercado, posicionamiento de marca o estrategias de financiación. A diferencia de las escuelas de negocios y aceleradoras de startup, en estas conversaciones no se cuelan palabras en inglés o términos muy especializados. El lenguaje es sencillo y práctico, pero la ambición es la misma: responder a la pregunta de cómo arrancar un negocio de la nada.
IMAN CHARGUI 4B
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