miércoles, 12 de febrero de 2020

EL ENGAÑO DE LA EMPLEADA DEL PIQUIÁTRICO

33 años cobrando la pensión de un muerto. 
Una mañana, el director de la sucursal atendió en persona a una de sus clientas más antiguas. La mujer llevaba más de dos décadas cobrando en mano la pensión de jubilación del paciente de un psiquiátrico. Ese día de mediados de 2007, la señora estaba a punto de salir por la puerta con el dinero, como llevaba haciendo media vida, cuando el responsable del banco le pidió comprobar el DNI del hombre enfermo.
— Oiga, esto está caducado—, reprendió el director a la mujer cuando vio el documento.
— Si ya lo sé. Pero el hombre está tan malito...
— Vaya a un notario y así se quita de líos.
— ¿Cómo se va a mover? Usted no lo ha visto—, se excusó la mujer.
En efecto, Jaime Pons no estaba para ir a ningún sitio. A esas alturas llevaba décadas bajo tierra. El hombre había muerto solo y sin descendencia muchos años atrás, en 1980. Desde entonces, Juana Igeña, la trabajadora social del hospital psiquiátrico Alonso Vega, donde pasó Pons sus últimos años de vida, se las había ingeniado para cobrar la incapacidad absoluta que la Seguridad Social le ingresaba al hombre todos los meses. La mujer se embolsó durante 33 años un dinero que no era suyo sin que nadie se diera cuenta. Había encontrado una grieta en el sistema.
Sin embargo, su plan comenzó a torcerse desde que el director del banco le advirtiera de que el DNI estaba caducado. Igeña había aprovechado su posición en el hospital y la soledad del paciente — un hombre con problemas mentales a quien nadie echaba de menos— para quedarse con su documentación.
                                                         Lidia Comerón 4B

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