martes, 3 de diciembre de 2019

LAS TURBULENCIAS POLÍTICAS ENSOMBRECEN EL FUTURO DE LA ECONOMÍA CHILENA.

Pérdidas por destrozos aún por cuantificar; parón en la actividad comercial y en el empleo; pequeñas y medianas empresas en problemas. E incertidumbre, mucha incertidumbre. Chile, por décadas el alumno aventajado de la economía latinoamericana, se ha convertido en menos de un mes y medio en uno de los grandes quebraderos de cabeza a la hora de dibujar el horizonte económico de una región que no pasa por su mejor momento. Las protestas, iniciadas a mediados de octubre, y el pistoletazo de salida de una todavía vacilante negociación política para tratar de restablecer el orden público y consensuar medidas que pongan freno a la desigualdad —el 1% más acaudalado acapara más del 26% de la riqueza—, añaden un grado adicional de zozobra sobre las constantes vitales de la economía chilena.
En un mes y medio, desde que comenzaron las revueltas en las calles, el país sudamericano ha pasado de debatir si el crecimiento anual estará en el entorno o por encima del 2,5%, dando por hecho crecimientos trimestrales en positivo, a hacerlo sobre si el país entrará o no en recesión en 2020. Seis semanas son pocas para tener datos concluyentes, pero todas las señales apuntan a una clara ralentización de la actividad a lo largo y ancho del país. El Índice Mensual de Actividad Económica (IMACEC) de octubre, difundido el lunes, cayó un 3,4%.“Se trata de la mayor baja desde julio de 2009 [con la Gran Recesión]”, advirtió el ministro de Haciendia, Ignacio Briones.
chile
“La expectativa de que la incertidumbre política se mantenga alta durante un tiempo más crea vientos de cara adicionales para la economía”, refrendaba el equipo de análisis de Goldman Sachs, uno de los mayores bancos de inversión con mayor predicamento en Wall Street. Su conclusión es clara: el barco de la economía chilena navega ya en aguas sin cartografiar.
Los avisos resultan atronadores en una de las economías más estables de la región y que se había ganado la preferencia de los inversores en sus carteras emergentes. El diagnóstico coincide con el de JPMorgan, otro de los grandes de la inversión, que presagia “un prolongado período de baja actividad económica empresarial” en el que se cruzarán las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2021. “Tenemos un evidente cambio de escenario”, dispara Rodrigo Aravena, economista jefe del Banco de Chile, una entidad comercial, que apunta a un horizonte aún más sombrío que muchos otros analistas privados. “Lo que nos anticipan los problemas de transporte, la caída del comercio y turismo es que Chile probablemente va a tener una recesión en el corto plazo. Y cuando hablo de recesión, hablo de una caída por dos trimestres consecutivos de la actividad: no se trata solo de una caída en la oferta, por menor demanda, sino de oferta, por menor capacidad productiva”. El horizonte recesivo no ha sido descartado por el Gobierno: las dudas al respecto, de hecho, se mantienen más vivas que nunca desde la Gran Crisis.
Alberto Cortés Villalobos 4ºA

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