El presidente de los rectores advierte que "sin suficientes ingenieros, matemáticos, físicos o químicos nos quedaremos fuera de la Revolución 4.0 y seremos tecnológicamente dependientes"
Mientras la Comisión Europea avisa de que en los próximos años miles de empleos van a quedarse sin cubrir por falta de perfiles tecnológicos, a los universitarios españoles no les gustan las carreras STEM (las siglas que agrupan las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Los rectores están preocupados porque el número de matriculados en estas titulaciones ha caído un 30% desde 2000.
Los alumnos que estudian estas carreras representan sólo el 24% del total: el 18,4% cursa estudios de ingeniería mientras el 6% se ha matriculado en estudios de ciencia, frente a la media del 21% y del 8% que existe en los países de la UE. Mientras en el caso europeo han ido perdiendo peso los estudios de ciencias sociales y jurídicas y lo ha ido ganando la ingeniería y arquitectura, aquí lo ha perdido la ingeniería a costa de las artes y humanidades.
¿Por qué han descendido tanto las matriculaciones a lo largo de estas dos décadas? "Por desajustes en el mercado laboral. Se pide un esfuerzo que no compensa la posterior trayectoria profesional", responde el ingeniero de minas Francisco Michavila, catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, rector honorario de la Universidad Jaume I de Castellón y ex consejero de Educación de España ante la OCDE, la Unesco y el Consejo de Europa.
"Objetivamente son carreras más duras y aquí hay un cambio generacional claro, porque estos jóvenes valoran de forma diferente su esfuerzo. Uno puede obtener motivación para cursarlas cuando espera un mayor salario, pero nuestro mercado laboral no prima con mayores salarios ese esfuerzo adicional que hacen los alumnos. Si el mercado no compensa el esfuerzo adicional de una carrera más dura, cursan otro tipo de carreras", explica Joaquín Aldás, catedrático de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad de Valencia y uno de los autores del estudio.
Andrea Vaca 4A
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