Lucas Mailland y Gonzalo Soaje Pinto son dos emprendedores treintañeros que buscaron por todas las vías sumarle valor y conocimiento a Argentina, su país, pero que están a punto de tirar la toalla. Los enloquecedores cambios de la economía, con tres devaluaciones feroces del peso en un año y medio, sumados a la asfixiante presión impositiva con que inauguró su gestión el peronista Alberto Fernández, los están convenciendo de instalarse en otras tierras.
En España... O en el mucho más cercano Uruguay, que se puso la ambiciosa meta de convencer a 100.000 argentinos de cruzar el Río de la Plata para desarrollarse en un país de economía más sana y estable. Una oferta que generó interés en una importante cantidad de argentinos hartos de las crisis recurrentes de su país.
Es habitual entre los argentinos referirse a Uruguay como una provincia más del país. Al fin y al cabo,
el pequeño estado sudamericano sólo tiene tres millones de habitantes frente a los 45 millones de su poderoso vecino, del que apenas lo separa una hora en barco o media hora en avión. Uruguay aspira a convertirse en una meca para los sectores más dinámicos de la economía argentina. El tamaño ya no es lo más importante.
El inminente Gobierno de Luis Lacalle Pou -asume el 1 de marzo en Montevideo- está preparando un paquete de estímulos que apunta a captar a gente que, como Mailland y Soaje Pinto, ha perdido la esperanza de que su país les permita desarrollarse e invertir.
"En 2018 creamos Fichap, una herramienta que permite monitorear de manera digital y remota la actividad de los equipos de trabajo. Utilizamos tecnologías de reconocimiento facial, inteligencia artificial y geolocalización. Somos la primera empresa de América Latina en trabajar con esta tecnología", explicó a EL MUNDO Mailland, de 30 años, que estará el mes que viene en España para crear una nueva sociedad que, de a poco, le permita a él y a su socio librarse de los problemas argentinos
Laura Piçarra 4ºA
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