martes, 22 de octubre de 2019

EL FUTURO DE LA ECONOMÍA DEPENDE (MUCHO) DE ALEMANIA.

La semana pasada, en su 'Informe sobre la economía global', el Fondo Monetario Internacional (FMI) advertía de la "desaceleración sincronizada" de la economía mundial en 2019 y revisaba a la baja su previsión de crecimiento para este año hasta el 3%, la cifra más baja en la última década; para 2020, su previsión era un crecimiento del 3,4%. Unas Semanas antes, la OCDE, en su informe de septiembre, también revisaba el crecimiento a la baja, situándolo en el 2,9% en 2019 y justo en el 3% en 2020.
Las razones de esa desaceleración hay que buscarlas en las tensiones geopolíticas, los efectos del Brexit, las tensiones comerciales y, sobre todo, la incertidumbre asociada a todo ello. Si, como sucede, la incertidumbre se percibe como algo no puntual sino prolongado en el tiempo sobre todo, ante la dificultad de prever la evolución del conflicto comercial, las empresas se sitúan en una posición de "esperar y ver", postergando sus decisiones de inversión, afectando así al crecimiento tanto presente como futuro. Las consecuencias de esta situación se ponen de manifiesto, en primer lugar, en economías fuertemente exportadoras y/o en las que el sector industrial, más intensivo en capital,tiene un peso importante.
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Todo ello, me lleva a analizar con más detalle el crecimiento previsto para la zona euro, donde Alemania actúa como locomotora. Alemania es la gran economía industrial y exportadora de Europa. Así, su industria representa casi el 30% de su producto interior bruto y sus exportaciones suponen el 47% del mismo y se dirigen, en más de un 62%, a países situados fuera de la zona euro. Sus principales clientes son Estados Unidos, Francia, China, Holanda, Reino Unido e Italia, y los automóviles y componentes de automóvil son su principal exportación.
Volviendo a las previsiones de crecimiento para la zona euro, el FMI prevé que el mismo sea algo mayor en 2020 que en 2019, y ello debido a que espera una fuerte recuperación de la economía alemana, que pasaría de crecer al 0,5% en 2019 a hacerlo a más del doble (1,2%) en 2020. Esto es positivo. Pero también nos lleva a preguntarnos cómo es posible si los principales destinos de exportación de la economía pivote de Europa se encuentran en desaceleración (Estados Unidos y China), estancados (Italia) o inmersos en una situación de incertidumbre tal que cualquier previsión resulta aventurada (Reino Unido). Y, además, estando su principal industria exportadora muy afectada por la contracción global del comercio y por los objetivos medioambientales.
Alberto Cortés Villalobos 4ºA

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